Muchas familias notan por primera vez la fibrosis quística cuando un recién nacido sabe inusualmente salado al besarlo y tiene dificultad para aumentar de peso a pesar de alimentarse bien. Los médicos pueden detectarla incluso antes mediante el cribado neonatal, y luego confirmarla si el bebé presenta deposiciones frecuentes grasas y voluminosas, tos crónica o infecciones pulmonares repetidas. Para muchos, los primeros signos de fibrosis quística son estos problemas precoces de alimentación y respiración, que llevan a realizar una prueba del sudor para medir los niveles de sal y orientar los pasos siguientes.